Un implante dental es un dispositivo de titanio muy parecido a un tornillo que sustituye a la raíz de un diente natural. Se coloca en el hueso y sirve como anclaje para colocar encima la corona o prótesis, que será funcional y estética, igual que un diente natural y de larga durabilidad si se le dan los cuidados adecuados. El éxito de los implantes dentales en la mayoría de los pacientes es casi del 94%*, esto se debe a que el titanio o circonia, son materiales 100% biocompatibles y cumplen con el principio básico de ser metales que se integran al hueso de forma muy eficaz y sencilla.

En el caso de las personas que han perdido todos los dientes, se instalan los implantes y sobre éstos se ajustan las dentaduras convencionales. Con ello, la prótesis no se mueve y el paciente tiene más seguridad para comer y hablar. El implante dental reemplaza al diente desde su raíz y esto permite no sólo cumplir con las funciones de masticación en el caso de muelas, o de corte en el caso de dientes anteriores, sino también, cubrir el aspecto estético de mostrar una boca sana y perfecta.

Además existe otra función que no podemos ver a simple vista pero es muy importante, y es que una vez colocado el implante, éste hace que el hueso de la mandíbula no se reabsorba por falta de utilización, evitando problemas estéticos, porque las encías se mantienen del mismo tamaño y la cara se muestra sin depresiones o arrugas alrededor la dentadura.